Con Bildu no he pactado, si quiere se lo digo 20 veces
«Con Bildu no he pactado, si quiere se lo digo cinco veces, o 20. Con Bildu no he pactado. Con Bildu, se lo repito, no he pactado». Ésa habría sido la mejor respuesta que Pedro Sánchez le podría haber dado a Carlos Alsina en su entrevista de este lunes, cuando el periodista de Onda Cero le preguntó por sus pactos con los proetarras. Pero en vez de repetir modificada la misma frase que dijo en una entrevista de 2015, cuando prometió que «con Bildu no vamos a pactar», el presidente del Gobierno le dio la vuelta a sus palabras y en un espectacular ejercicio de cinismo dijo que «no ha gobernado con Bildu» puesto que «no hay ni consejeros ni ministros de Bildu en el Gobierno», volviendo a mentir sobre su primera mentira, ya que lo que él prometió «20 veces» fue que con Bildu no iba a pactar, no que no pensaba gobernar con ellos.
Posteriormente, después de las elecciones generales de diciembre de 2015, cuando en febrero de 2016 logró el apoyo de Ciudadanos para ser investido, en una rueda de prensa aseguró que no se sentaría con Bildu para negociar su investidura, ni siquiera «para decirles que no» quería sus votos: «No me voy a reunir con Bildu». Ésta fue una de las promesas electorales fundamentales con las que Pedro Sánchez se presentó a las elecciones generales de 2019, después de haber ganado la moción de censura contra Mariano Rajoy con los votos favorables de Bildu. Sánchez prometió que con Bildu no iba a «pactar» y ni siquiera pensaba «negociar» con ellos. Su promesa no fue que no pensaba gobernar en coalición con Bildu, como asegura ahora mintiendo de nuevo.
Con Bildu, además de lograr sacar adelante la moción de censura contra Rajoy, Pedro Sánchez ha pactado presupuestos, ha aprobado la Ley de Memoria Democrática, que les permite blanquear la historia asesina de ETA; y la Ley de Vivienda, que hasta les dejó capitalizar dando ellos la rueda de prensa de su anuncio. Hasta la Ley Celaá y la reforma del CGPJ, que permitió a Sánchez asaltar el Tribunal Constitucional, fueron pactadas con Bildu. A cambio de todos estos pactos entre Sánchez y Bildu, el partido dirigido por Arnaldo Otegi, condenado y encarcelado hasta en cinco ocasiones por pertenecer a ETA, ha arrancado del líder socialista la expulsión de la Guardia Civil de Navarra, cediendo las competencias de Tráfico; así como la transferencia de las competencias sobre prisiones al Gobierno vasco, cárceles a las que han sido acercados todos los presos de la banda terrorista. Algo de lo que el mismo Otegi se jactaba diciendo que «si para sacar a 200 presos hay que votar los Presupuestos, los votaremos».
Hasta el último día, todo en Sánchez son mentiras y promesas incumplidas. Atreverse a negar todos los pactos a los que ha llegado con Bildu, sólo porque no ha hecho ministro a Otegi es de un descaro que avergüenza. Cuando Alsina le preguntó: «¿Por qué nos ha mentido tanto a los españoles?», Sánchez se puso a sí mismo «un notable como calificación» y dijo que ha «tratado siempre de cumplir con su palabra» y que había «tenido cambios de posición política en algunos asuntos». Y lo hizo sin sonrojarse ni mostrar el menor arrepentimiento ni pudor. Conseguir que los ciudadanos te voten prometiendo que vas a hacer algo y cuando alcanzas el poder hacer todo lo contrario, es cometer fraude electoral. En contra de lo prometido, Sánchez ha pactado con Bildu, ha formado gobierno con Podemos, ha indultado a los golpistas, ha despenalizado la sedición, ha rebajado la pena por malversación, ha sentado en el Tribunal Constitucional a su ministro de Justicia y ha hecho Fiscal General del Estado a otra ministra suya. Y ahora que está en una nueva campaña electoral, Sánchez vuelve a mentir diciendo que no ha hecho lo que todos le hemos visto hacer hace dos días y se piensa que así va a poder seguir engañando a sus votantes. Cada voto que Sánchez reciba el próximo 23J se corresponderá con un ciudadano que dice que llueve cuando él orina encima de él.
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